viernes, 15 de octubre de 2010

Mi siguiente moto: La Honda Transalp

   La Guzzi era una moto deportiva clásica italiana, con un sonido "macho" como podeis apreciar en mi segunda entrada, con un cuadro de mandos deportivo, con el cuentarevoluciones con fondo blanco dominando la perspectiva como lo ponen los deportivos Porsche y Ferrari, con una conducción muy fácil, bastante rápida, pudiendo plantar cara a las deportivas medias japonesas de la época.
   Tenía matrícula de Toledo por que la compré de segunda mano en un compraventa de las Rozas, donde tambien adquirí mi equipo de cuero y el de mi mujer. En aquel tiempo te comprabas lo máximo que podías sin considerar tu experiencia, y mi experiencia era nula. Me había sacado el carnet a los 35 años cuando vivía en Asturias y al regresar a Madrid, no tardé mucho tiempo en caer enamorado a los pies de mi Guzzi. Lo de caer es de verdad, por que me caí varias veces, gracias a Dios, siempre en parado. Llegaba al semáforo, no apoyaba bien los pies y ¡zas! al suelo, o al hacer maniobra me escurría... y de nuevo el ridículo. Siempre logré levantar la moto que, aunque ligera (unos 200 Kg), en esos momentos, por la rabia, a mi no me pesaba más alla de 5 Kg.
   Hice mis primeras excursiones en grupo, participe en un Rally de regularidad, fuí ganando experiencia. La Guzzi con su bicilíndrico tenía unas vibraciones del copetín como se aprecia en el video nombrado. Llegabas a la parada con las manos un poco adormecidas y el culo (culete, culito, culote, lo de atras y hasta lo de delante, trasero si preferís, que no se me ofenda nadie, pero es que soy motero y hay que decir las cosas como son) ya era no sentirlo, si no que había que buscarselo.
   Esa parte noble de mi anatomía me indujo a pensar en otras posibilidades. Mis amigos tenían a la venta alguna japo (suzuki 750) alguna BMW (R90), etc., pero yo me decanté por mi nueva montura por sus colores. Un amigo de un amigo (Rafael Domínguez, Rafa para los amigos) vendía su Transalp. Tenía pocos km, tenía el carenado impecable, sonaba fina divina, seguía siendo bicilíndrica y de 600 cc y aunque era un poco alta me pareció ideal. Por último ¡era japonesa! Todo motero tiene que tener alguna vez una japonesa.

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